Cuando Alfonso Guerra era vicepresidente del Gobierno se subió a un Mystère para estar a las cinco en punto de la tarde en una corrida de toros. Otro vuelo que dio mucho que hablar fue el de Josep Borrell, cuando era ministro de Obras Públicas, que estuvo durante hora y media en un cazabombardero "F-18". En ambos casos el Partido Popular metió caña. Ahora ha sido José Luis Rodríguez Zapatero que se fue a Sevilla en un avión Falcon para intervenir en un mitin electoral del PSOE. Y los populares aprovecharon la cuestión para criticar duramente al presidente del Gobierno. Los socialistas contraatacaron: que si Rajoy utilizó un avión para ir a Mallorca, que si Aznar también voló en aviones militares. Entonces, en plan no quieres caldo, pues toma siete tazas, Zapatero volvió a utilizar el Falcon para viajar a Asturias, pasando de la crítica de toda la oposición. Y para colmo transciende que también el candidato López Aguilar voló en un avión militar a un mitin en Valencia. En vez de enmendarse, pues chulería. Porque si unos abusan de utilizar medios del Estado para cuestiones que no son del Estado, para viajes privados, no pueden disculparse con que también lo hicieron los anteriores. Reincidir con la opinión pública en contra, aunque tengan el apoyo de algunos pobres tertulianos, no es ni politicamente correcto. Pero tampoco hay que olvidar que Mariano Rajoy, antes de 1996, un día sí y otro también arengaba con la necesidad de la regeneración democrática ante la corrupción y despilfarro del gobienro socialista. Entre el 6 de mayo de 1996 y el 4 de septiembre de 2003, Mariano Rajoy fue ministro de Administraciones Públicas, después de Educación y Cultura y finalizó como Vicepresidente 1º y Presidencia. A esta etapa de Gobierno se debe la ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, que en su artículo 14 dice que "los miembros del Gobierno no podrán ejercer otras funciones representativas que las propias del mandado parlamentario, ni cualquier otra función pública que no derive de su cargo, ni actividad profesional o mercantil alguna". Faltó concreta y taxativamente aludir al uso de medios del Estado, teniendo el caso del Mystère al que tanta crítica le habían dedicado. Y, por otra parte, resulta que ambos partidos utilizaron y utilizan aviones militares y coches oficiales para viajes privados. En este país, partido que toca poder actúa como dueño de cortijo.
Pero lo más chusco de todo este pitorreo corrió a cargo del ministro Rubalcaba: "El presidente del Gobierno lo es todo el tiempo, todos los días, a todas horas, y la obligación del Estado es que su seguridad sea máxima, y esta se tiene con vuelos oficiales, algo que es así para todos los presidentes autonómicos. Si a mi me preguntara cualquier presidente autonómico cómo ir a un mitin electoral, cosa que hacen todos ellos todos los días, le diría que fuera con sus escoltas y en coche oficial porque en general son blindados, para tener así las máximas condiciones de seguridad", explicó a los periodistas.
Si cuando gobernó el Partido Popular se promulgó la citada ley del Gobierno, ya con Zapatero en el poder se proclamó la ley 5/2006, de 10 de abril, de regulación de los conflictos de intereses de los miembros del Gobierno y de los Altos Cargos de la Administración General del Estado, que en su artículo 5 dispone que los altos cargos "ejercerán sus funciones con dedicación exclusiva y no podrán compatibilizar su actividad con el desempeño, por sí, o mediante sustitución o apoderamiento, de cualquier otro puesto, cargo, representación, profesión o actividad, sean de caracter público o privado, por cuenta propia o ajena". En el artículo 9 se aclara que "los miembros del Gobierno y los Secretarios de Estado podrán compatibilizar su actividad con la de Diputado o Senador de las Cortes Generales". Ya en el artículo 10 enumera la compatibilidad con actividades privadas: administración del patrimonio personal o familiar, producción y creación literaria, artística, científica o técnica y las publicaciones derivadas de aquéllas, colaboración y asistencia ocasional y excepcional como ponente a congresos, seminarios, jornadas de trabajo, conferencias o cursos de caracter profesional y la participación en entidades culturales o benéficas que no tengan ánimo de lucro.
Según el ministerio del Interior, "un Partido Político es, por tanto, aquella asociación de carácter privado inscrita como tal en el Registro de Partidos Políticos dependiente del Ministerio del Interior, lo que le concede determinados derechos y le impone unas obligaciones". Pues bien, entre las actividades privadas que son compatibles como el ejercicio de un puesto de alto cargo no figuran los partidos políticos. Entre la mucha palabrería que encierra el Código de Buen Gobierno, de marzo de 2005, está que "se abstendrán de realizar un uso impropio de los bienes y servicios que la Administración General del Estado pone a su disposición por razón del cargo". Y también esto otro: "El desempeño de cargos en órganos ejecutivos de dirección de partidos políticos, en ningún caso menoscabará
José Luis Rodríguez Zapatero no acudió a Sevilla o Asturias cumpliendo una obligación de presidente del Gobierno, ni siquiera es candidato en las elecciones europeas. Fue como mandamás del PSOE a un mitin de la candidatura socialista, a conquistar votos, que tampoco es misión del cargo de presidente del Gobierno, aunque es misión del secretario general del partido. Como Gobierno no es lo mismo que Estado, parece de sentido común que cuando Rodríguez Zapatero acude a un mitin no debe hacer uso de los servicios del Estado. Incluso es discutible si puede dejar su dedicación exclusiva a la gobernación para acudir a una actividad privada de su partido. También los principios básicos del Código de Buen Gobierno no dan cabida a tomarse un avión militar para arengar a los militantes y simpatizantes de su partido: "Los miembros del Gobierno y los altos cargos de la Administración General del Estado actuarán, en el desempeño de sus funciones, de acuerdo con la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico, y ajustarán sus actuaciones a los siguientes principios éticos y de conducta que se desarrollan en este Código: objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, credibilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez, y promoción del entorno cultural y medioambiental y de la igualdad entre hombres y mujeres". Tampoco apoya esa decisión de repetir el uso del Falcon el siguiente principio ético del citado Código: "Se abstendrán de toda actividad privada o interés que pueda suponer un riesgo de plantear conflictos de intereses con su puesto público. Se entiende que existe conflicto de intereses cuando los altos cargos intervienen en las decisiones relacionadas con asuntos en los que confluyan a la vez intereses de su puesto público e intereses privados propios, de familiares directos, o intereses compartidos con terceras personas".
Y en cuanto a la máxima seguridad que sacó a relucir el ministro Rubalcaba, no hay ninguna más eficaz que quedarse en La Moncloa, evitar aglomeraciones, pero es que además tampoco se pueden clasificar esos vuelos como viajes oficiales. El presidente del Gobierno lo es todos los días y a todas las horas, pero en su sitio. Y el sitio del presidente del Gobierno no está en ir de la Ceca a la Meca de España para dar mítines de su partido. Y estas reflexiones en torno a los viajes en avión militar de Rodríguez Zapatero también sirven para los ministros, secretarios de estado, subsecretarios, directores generales, presidentes y conselleiros autonómicos, alcaldes, etc., de todos los partidos políticos, que como es bien sabido utilizan coches oficiales para dar mítines, llevar los niños al colegio y hasta para ir a misa. El Código no lo permite: "Se abstendrán de realizar un uso impropio de los bienes y servicios que la Administración General
del Estado pone a su disposición por razón del cargo".