Según El País, en relación con el acuerdo del Zapatero con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) por la estabilidad política y económica, el PSOE promete “poner en marcha en 2016 el tramo de la alta velocidad vasca entre Vitoria y Bilbao”. Sin embargo, en el proyecto de Presupuestos para 2011, el ministerio de Fomento sitúa el final de la “Y” vasca en 2015. Que los nacionalistas vascos acepten un retraso de un año sobre la programación pendiente de aprobación, mejor dicho, que admitan demorar un año la puesta en servicio de la alta velocidad en el País Vasco, lo que lleva consigo enmendar los presupuestos, resulta insólito. ¿O no?
O sea, con este acuerdo el Gobierno envía un mensaje en el que acepta que la alta velocidad en una parte del país no estará en la fecha establecida en los próximos Presupuestos. Galicia tiene la promesa verbal de Blanco en 2015, pero en los presupuestos vigentes y en los del año que viene está escrito 2016. Con el acuerdo vasco, reconocen que se demoraría hasta 2017. Sería un éxito, pero con la programación y la crisis económica estancada, hasta se puede pensar que antes de 2020, nada de nada.
Zapatero, que debió dimitir en julio, tan pronto como concluyó la presidencia rotatoria de la UE, resulta que con el apoyo de seis nacionalistas vascos, dos diputados canarios y uno navarro, encuentra los votos necesarios para alcanzar eso que llaman “estabilidad parlamentaria”. Si los diez diputados que tiene el PSOE por las circunscripciones gallegas se dejaran de monsergas y defendiesen lo que llevan años prometiendo y no hacen, si dejasen de aceptar la marginación que le imponen los “federales”, y votasen en contra, adiós a ese pacto contra natura. (En esto de la marginación socialistas y populares gallegos son iguales). Zapatero cedió hasta donde quisieron los nacionalistas vascos para mantenerse en el poder. Los aranistas han defendido lo suyo. (La agencia Europa Press acaba de informar que “el presidente del EBB del PNV, Iñigo Urkullu, ha precisado que el acuerdo alcanzado con el PSOE sobre Presupuestos Generales del Estado (PGE) no es un pacto de legislatura”). Pero que nadie espere que los socialistas gallegos digan “basta ya” a tanta burla encadenada. Y por encima actualmente con las inversiones en infraestructuras en manos de un ministro de Palas. (¿O Blanco no es de Palas, provincia de Lugo?). A estas alturas del embrollo, si Zapatero se comportase como un demócrata, presentaría la dimisión. Nada de elecciones anticipadas, que conllevan un gasto muy alto cuando sólo se gobierna para imponer recortes que ordenan desde fuera. Pero Zapatero no dimite, como si en el PSOE no hubiese candidatos que le superan para dialogar y afrontar la penosa realidad. Hasta los hay que hablan inglés. ¡Qué país!