Era julio de 2009. José Blanco, flamante ministro de Fomento, inventó el Pacto del Obradoiro por el que se comprometía a realizar licitaciones en 2009 y 2010 por un total de 4.678 millones de euros en las líneas férreas del Eje Atlántico y la alta velocidad de Santiago-Ourense-Lubián. De este total, 2.278 millones, más del 48%, se destinaría a la línea que lleva a tierras de Castilla y León para continuar hasta la provincia de Madrid.
Cuando concluyó 2010, de los 4.678 millones prometidos, sólo llevó al Boletín Oficial del Estado licitaciones, en las dos anualidades, por un total de 913,6 millones de euros. Arrinconó el tal pacto en el mismo instante que lo firmó.
Si los últimos presupuestos de la era Magdalena Alvarez situaban la puesta en servicio del Eje Atlántico en 2013, del Santiago-Ourense en 2010 y de Ourense-Lubián en 2012, las primeras cuentas del ministro Blanco mantienen el final del Eje Atlántico en 2013, retrasan la línea Santiago-Ourense a 2011 y la de Ourense-Lubián a 2016 (ya se olvidó del 2015 del Pacto del Obradoiro, aunque sigue con la burla de “en el entorno de finales de 2015”). Los últimos presupuestos de Magdalena Alvarez, que recibió Blanco para ejecutar en su casi totalidad, programaban una inversión en los tres tramos gallegos por un total de 785,7 millones de euros, pero las primeras cuentas del señor de Palas informan que la cifra se quedó en 585,5 millones de euros. Las rebajas de Blanco fueron del 25%.
Las inversiones reales que José Blanco consigna en los Presupuestos del 2010 ascienden a 767,6 millones de euros, pero al rendir cuentas pone la cifra en 877,5 millones de euros en 2010, pero con sólo 30 millones de euros para la línea Ourense-Lubián. Las cantidades programadas para invertir en 2011 suman 618,8 millones, de las cuales 87 millones se destinan a la línea Ourense-Lubián. El final de las tres líneas en los Presupuestos vigentes se fija en 2014 para el Eje Atlántico (se inició en 1998), en 2013 para la de Santiago-Ourense y la de Ourense-Lubián en 2016.
Los Presupuestos Generales del Estado para Blanco son como un chicle que estira y encoge. Así ahora, una vez más, aprovecha la próxima llamada a las urnas para adelantar inauguraciones, pero que todavía no serán de alta velocidad. Cada año nueva programación. No está con las buenas prácticas ni va con él la estabilidad presupuestaria. Desde los presupuestos de 2009, que se encontró sobre la mesa del despacho del Paseo de la Castellana, el ministro José Blanco no hizo más que diferir las previsiones. Ya retrasó en un año la entrada en servicio del Eje Atlántico, de 3 años para el tramo Santiago-Ourense y de 4 años para la línea más complicada de la alta velocidad española: el tramo Ourense-Lubián. Pero ahora en precampaña pagada con dinero público ya informa que “en el año 2013 entrará en servicio el Eje Atlántico de Alta Velocidad entre Vigo y A Coruña”. Sin embargo, en los presupuestos vigentes ha colocado inversiones por un total de 657,6 millones de euros para los años 2012, 2103 y 2014. ¿De dónde saldrán los 82,4 millones que los presupuestos disponen para 2014? Entonces, ¿por qué en los presupuestos vigentes retrasó la conclusión hasta 2014? El primer tramo del Eje Atlántico se inauguró hace ocho años.
Otro tanto ocurre con el tramo Santiago-Ourense, que se encomendó al ADIF el 20 de diciembre de 2002, que ya lleva algún tiempo anunciando que lo inaugurará en diciembre próximo. ¿Por qué en los presupuestos están consignados 415,6 millones de euros para los años 2012 y 2013? ¿Por qué no respetó la puesta en servicio en 2010, que figuraba en la programación presupuestaria de 2009, en vez de retrasarla hasta 2013 para finalmente adelantar a 2011? (En principio no será alta velocidad). Esta “arquitectura financiera” que realiza Blanco tiene que ser a costa de abandonar otras inversiones en Galicia, porque a buenas horas le permiten por ahí adelante que les retire un céntimo para pagar certificaciones de obras en la esquina del noroeste peninsular.
Blanco está teniendo una suerte mayúscula con los periódicos gallegos, que no descubren las maniobras del ministro para retardar la modernización de las peores líneas férreas de España. Los periódicos gallegos permiten que Blanco impulse a los gallegos a empreñar por los oídos. Posiblemente los medios de comunicación se aferren a aquello de que un reloj parado tiene razón dos veces al día, aunque es obvio que no mueve las agujas. Allá por 2001, refiriéndose al Ave gallego, Blanco dijo que “la alta velocidad es un engaño del PP”. Actualmente, en 2011, una década más tarde, algún miranda del PP podía replicarle que “la alta velocidad es un engaño del PSOE”. Ni a uno ni a otro partido le interesa Galicia, porque lo nuestro es perder población, padecer políticos domados y con representación en caída. Y los recursos del Estado, cada día más escasos, hay que destinarlos al vivero de votos del poblado Mediterráneo.